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La clave para motivarse a tocar la guitarra y no fracasar

Cuando nos decidimos a aprender a tocar la guitarra, hay un aspecto muy importante que nos puede empujar a cumplir nuestras metas. O, que al contrario, nos puede hacer abandonar en cualquier momento. Estamos hablando de la motivación.

En psicología se refieren a dos tipos de motivación, intrínseca y extrínseca. Esta diferencia es fundamental, y para que la entendáis a la perfección os voy a contar una historia.

En un pequeño pueblo vivía un adolescente apasionado por la guitarra flamenca. Su nombre era Elías, y siempre había querido hacer sonar la guitarra de su padre como él lo hacía. Lo escuchaba mañana tarde y noche, y se imaginaba a él tocando de la misma manera.

Un día decidió agarrar la guitarra y comenzó a practicar. Para ello, siempre iba a un banco al lado de la casa de un anciano conocido de la zona. Todos los días iba con mucha ilusión al mismo sitio de siempre, y comenzaba a rasguear la guitarra sin parar. Pese a que no sonaba muy bien no había cosa que le hiciese más feliz, el sabía que día a día iría mejorando.

En cambio, el anciano que vivía en aquella casa pegada al banco (conocido en el pueblo por ser una persona un poco peculiar), estaba cansado de escuchar a Elías tocar todos los días en la puerta de su casa. Por eso, un día salió a su encuentro y le dijo: “Elías, me encanta como tocas, escucharte me tranquiliza muchísimo. Por eso, he decidido pagarte 5 euros cada vez que vengas a tocar a la puerta de mi casa” Elías, sorprendido, accedió encantadísimo.

Al día siguiente, corrió a practicar como siempre, esta vez expectante por si el anciano cumpliría su palabra o simplemente estaba burlándose de el. Sorprendentemente, tras terminar de tocar, el anciano salió de su casa y le dio los 5 euros prometidos “Muchísimas gracias Elías, vuelve mañana, estoy deseando volverte a escuchar”

Esto sucedió durante toda la semana, pero un día de repente, el anciano salió y le dijo “Elías, lo siento mucho pero últimamente no me está gustando mucho como tocas, por lo que te daré solo 2 euros” Elías sorprendido, le dolieron las palabras del anciano, pero siguió teniendo en mente que quería tocar la guitarra.

Al poco tiempo, Elías llegó enfadado a su casa. Le dio la guitarra a su padre y le dijo “Ya no quiero tocar más la guitarra, no me gusta, no me divierte ¡Quédatela!” Su padre no creía lo que estaba sucediendo, algo había pasado, no era normal que Elías tirase la toalla. Estaba muy ilusionado con su proyecto. Por eso, decidió ir a casa del anciano a preguntarle que había hecho.

El diálogo trascurrió así:

  • Muy buenas, soy el padre de Elías. Hoy ha llegado a casa muy desilusionado diciendo que no quería tocar más la guitarra. Creo que tiene que ver con algo relacionado con usted, por lo que me gustaría que me lo aclarase.
  • Muy fácil señor. Su hijo ha perdido la verdadera motivación que le inició a tocar la guitarra, por lo que nunca logrará su cometido.
  • No entiendo lo que dice, siempre llegaba muy ilusionado. Incluso me dijo que usted le empezó a dar cierto dinero por escucharlo tocar.
  • Así es, pero hoy dejé de darle dinero. Le dije que ya no podía darle un euro más, que no me estaba gustando eso que tocaba. También insistí en que podía tocar sin ningún problema en el mismo banco de siempre, lo único que cambiaría es que no le iba a pagar por ello.
  • Entiendo… Aún así no logro comprender por qué motivo decidió dejar de tocar la guitarra.
  • Muy fácil, se lo he dicho ya. Ha perdido la verdadera motivación que le inició a tocar la guitarra y por eso lo ha abandonado. Ha elegido una motivación falsa y superflua, y esa nunca perdura con el tiempo.
  • No lo entiendo, explíquese bien.
  • Los primeros días, Elías venía entusiasmado con su idea de tocar la guitarra. No había nada que le hiciese más ilusión. Los pequeños progresos que hacía le animaban a levantarse al día siguiente con ganas de más. Disfrutaba cada acorde que lograba tocar, cada punteo nuevo, cada pequeña mejora que hacía. Sin embargo, eso desapareció.
  • ¿Cómo que desapareció? ¿Por qué motivo? ¡Usted le desmotivó!
  • No pobre hombre, yo no desmotivé a nadie, él mismo picó en la trampa que todos los novatos pican. El primer día no recibía nada a cambio de tocar la guitarra, lo hacía por voluntad y gusto propio. Cuando comencé a darle dinero y a alabar su progreso, su motivación fue cambiando poco a poco. Empezó a motivarle más los halagos externos y el dinero, que aquello que le impulsó a aprender, la ilusión propia. Y esto… esto es un gran error que cometen todos. Porque una vez dependes de los demás, de lo externo, de aquello que no nace de tí para hacer algo. Estas a merced de eso. Te has vendido al mejor postor. Una vez eso finalice, se terminará su motivación. Entiéndalo bien, Elías era igual de libre de tocar la guitarra el primer día que el último. El primer día no recibía nada a cambio (excepto su propia motivación), y el último tampoco (pero había perdido su motivación para centrarla en otras cosas). Es importante que el pequeño muchacho se vuelva a centrar.

La moraleja de esta historia es simple. Es crucial que la motivación para aprender a tocar la guitarra salga de nosotros mismos, y siempre esté enfocado a algo interno. Sin embargo, si la centramos en lo que otros pensarán de nosotros, en agradar a x persona, en llamar la atención…

Estaremos cometiendo el mismo error que Elías. Y en el momento en el que aquello no se cumpla, abandonaremos de tocar la guitarra. Sin embargo, si nos centramos en nuestra motivación interna. Nadie nos podrá arrebatar la motivación de seguir creciendo, de seguir mejorando, de disfrutar cada día un poco más.

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